La enuresis es un trastorno infanto-juvenil que se produce cuando un niño/a se hace involuntariamente pis en la cama. Suele suceder generalmente por la noche, debido a una falta de control de la vejiga urinaria.
Aunque sabemos que depende del nivel madurativo del niño/a, por lo general, y en torno a los 18 meses, el niño/a puede anticipar la sensación de pipí o de estar mojado. Sobre los dos años de edad se inicia el control, produciéndose el control total alrededor de los cuatro o cinco años.
Existen dos tipos de enuresis:
– Primaria: el niño/a nunca ha sido capaz de llevar un control de su orina de forma voluntaria.
– Secundaria: el niño/a ya ha adquirido el control de esfínteres, es decir, es capaz voluntariamente de controlar la eliminación de la orina, pero surge el problema a posteriori.
Enuresis, ¿cómo podemos los padres ayudar a nuestros hijos/as?
Existen distintas técnicas, como el método de alarma o el entrenamiento en cama seca, que se utilizan para ayudar al control de esfínteres, suelen tener resultados muy positivos.
En este artículo además de señalar la existencia de esas técnicas, nos gustaría describir la importancia que tiene en estos casos el papel de los padres, ya que son un ayudante directo del niño/a, pudiendo así marcar su evolución. Desde muy pequeños los padres enseñan continuamente a sus hijos/as nuevos comportamientos y hábitos. El control del «pipí» es uno más de ellos, de ahí la importancia que juega el papel de estos.
¿Qué ocurre cuando un niño/a ve que todos sus amigos ya no se hacen pis en la cama?, o incluso, ¿Qué ocurre cuando ni siquiera puede controlarlo en el cole o en el parque?
Es muy frecuente que sientan vergüenza, ya que saben que no es lo que le corresponde a su edad. Si los otros niños/as se enteran probablemente se burlen de él/ella, diciéndole por ejemplo que aún es un bebé, sintiéndose ofendido/a y diferente a los demás, pudiendo este hecho llevarle a aislarse de los otros niños/as.
Por otro lado, el niño/a puede desarrollar sentimientos de culpabilidad. Para los padres cada vez que el niño/a moja la cama supone un “trabajo extra”, pues deben cambiar sábanas, lavar al niño/a, cambio de ropa, etc.
Muchas veces los padres se desesperan porque no logran comprender que es lo que ocurre. Es muy frecuente que cada vez que el niño/a moje la cama, los padres muestren su cansancio e insatisfacción ante la situación. En ocasiones, el niño/a es castigado por no controlar sus esfínteres. Muchos padres no entienden que en la mayoría de los casos es algo que el niño/a hace involuntariamente, y que se le deben ofrecer herramientas que le ayuden a conseguir el citado control.
En consecuencia, la autoestima del niño/a en muchas ocasiones se ve mermada. Es frecuente la aparición de otros problemas psicológicos, como miedos, tristeza, ansiedad, etc. Los padres deberán aportar comprensión y tranquilidad a su hijo/a para ayudarle así a resolver el problema.
La mejor ayuda que los padres pueden ofrecer a su hijo/a es la de saber cómo motivarle para que consiga su objetivo, enseñándoles las herramientas necesarias para la obtención de este. Sin pretenderlo, el enfado, el cansancio y la incomprensión de los padres hacen que olviden este aspecto tan importante y terminan aportando información negativa al niño sobre quién es o lo que hace. Esta negatividad la va a incorporar a su autoestima, consiguiéndose con ello justo el efecto contrario de lo que se pretende.
A continuación y mediante una serie de ejemplos, veremos como determinadas expresiones nos alejan de la ayuda que podemos prestar a nuestros hijos/as a conseguir su objetivo. Por ejemplo:
–“¡Manuel, otra vez te has hecho pis encima! Ya no aguanto más, todas las mañanas tengo que cambiar las sábanas, lavarlas, y volverlas a poner. ¿Cuándo vas a aprender?”
Con esta expresión le demuestra su insatisfacción con la situación, su cansancio y su frustración. Además, le mostramos las consecuencias que eso tiene para los padres. Generamos más culpabilidad y ansiedad al niño/a.
–“¡Como mañana esté mojada la cama no vas al parque!”
Estamos emitiendo una amenaza con la intención de evitar que ocurra. Lo que conseguimos con esta expresión es generar miedo. Probablemente evite dormir por el temor a no ser consciente del control de sus esfínteres, o su propio nerviosismo por no fallar, le lleve a mojar de nuevo la cama.
–“Hacerse pis es de niños/as pequeños, tú ya tienes 9 años, ¡pareces un bebé!”
Estamos calificando al niño negativamente, su autoestima se ve afectada y además no aportamos ningún tipo de comentario de ánimo al cambio, simplemente esperamos que la “humillación” de no querer ser un bebé le lleve a no orinarse.
En los tres casos anteriores no estamos aportando a los hijos/as ningún modelo de cambio, motivación, confianza o ánimo. Aunque la intención de los padres no es la de amenazar, calificar a su hijo como un bebé o mostrar su insatisfacción, es lo que el niño/a absorbe.
En estos casos, es preferible aportarle algún modelo de cambio que le guíe a conseguir su objetivo.
Pongamos ahora ejemplos donde le aportemos información que le ayude y motive al cambio:
–“¡Ya sé que nos está costando más de lo que creíamos pero debemos esforzarnos un poco más, a ver si esta noche lo conseguimos, ánimo! Vamos a recordar juntos que es lo que debemos hacer…”
En este caso los padres le están transmitiendo la sensación de que saben que su hijo/a tiene capacidad para conseguirlo, y que será capaz de llegar a su objetivo. Esto ayuda al niño/a a no percibirse como inepto, si no todo lo contrario. Además siente que le apoyan y que están a su lado ayudándole.
–“Sé que lo has hecho sin querer. Tenemos que buscar nuevas formas para conseguirlo, quizás necesitemos algo más de ayuda, ¿qué te parece si mamá la busca y así lo solucionamos? Esto le ocurre a muchos niños/as, no quiero que te preocupes ni que estés mal, vamos a buscar soluciones, yo te ayudaré”
Transmitimos comprensión, le demostramos que sabemos la dificultad que supone pero que debemos seguir trabajando en ello, y que estamos junto a él para ayudarle. Normalizamos la situación, haciéndole ver que no es el único al que le sucede. No dramatizamos, sino que generamos sensación de tranquilidad y positivismo. Conseguimos que el niño no se sienta extraño ni diferente a los demás, evitando así que quiera aislarse por ello.
–“Estoy muy orgulloso de ti, si seguimos trabajando lo conseguiremos, ya lo hemos conseguido otras veces así que vamos a seguir, ¡felicidades, eres un campeón!”
Le mostramos nuestro cariño y confianza, favorable para su autoestima. A pesar de mojar la cama seguimos inspirándole orgullo y confianza en él. Reforzamos lo poco o mucho que haya logrado y seguimos animándole para el cambio total.
El papel de los padres toma una gran importancia en la superación de los problemas infantiles. Saber motivar a un hijo/a supone una gran ayuda paraa la obtención de múltiples objetivos. Es sabido que no siempre es fácil pues hay problemas que suponen un cansancio y agotamiento grande, pero siempre será positivo que valoren que los cambios serán más rápidos y mejores con sus aportaciones adecuadas.
Es muy conveniente el entrenamiento de los padres para que aprendan técnicas que le ayuden a la obtención de lo que buscan en la educación y enseñanza con sus hijos/as (ver más detalles sobre la psicología infantil y sus peculiaridades). Evaluar si lo que les expresamos nos acerca al objetivo que queremos lograr o no, puede ser el primer paso para ayudarles, y siempre seremos una herramienta más para ellos.
Si necesitas más información o consejo, o una primera evaluación de tu hijo/hija, puedes pedir cita en https://www.psicoadapta.es/primera-visita.php y uno de nuestros psicólogos de Madrid te atenderá.
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