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CUANDO LA FELICIDAD DE LOS OTROS ESTÁ POR ENCIMA DE LA NUESTRA

felicidad y autoestima

Vivimos en una sociedad donde el qué dirán nos importa demasiado. Existen personas que continuamente buscan más el aprecio y aprobación de los otros que su propio bienestar.

Ser agradables es algo positivo, pues también repercute en que los demás lo sean con nosotros. Pero pensar más en las necesidades de los otros que en las nuestras propias puede traer consecuencias no beneficiosas para nuestra persona.

Ser incapaces de defender nuestros derechos, vivir en función de lo que los demás desean o quieren de nosotros, supondrá poco a poco prescindir de lo que deseamos, de lo que nos gusta y nos hace felices, y en ocasiones incluso hará que nos veamos expuestos, por el bien ajeno, a vivir situaciones no deseadas.

Necesidad de aprobación y baja autoestima

¿Por qué hay personas que se comportan de esta manera?

Son muchas las personas que tienen este tipo de comportamientos con los otros, pero son pocas las que realmente conocen que hay detrás de este tipo de conductas.

necesidad de aprobacionGeneralmente estas personas se caracterizan por una baja autoestima, donde la necesidad que tienen de los otros y de la aprobación de su conducta es alta.

Su autoestima está en función de cuanto se le alaba. Cuanto “mejor persona” consigue ser con los demás, cuanto más les aportan y cuanto más son conscientes de que les está haciendo felices, mayor será su felicidad y su bienestar.

Así mismo, cualquier crítica, conflicto o discusión supondrá un momento muy amargo y de una gran decepción consigo mismo, pues considerarán haberse fallado.

Es frecuente que tras dar mucho a los demás y ser nuestro objetivo el aportar todo lo que esté en nuestras manos, surjan las exigencias por parte de los otros. Frecuentemente si el otro percibe que tú harás todo lo posible por satisfacerle, en el momento en que no lo hagas reclamará su necesidad y te hará saber su decepción.

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En ocasiones, las exigencias que los demás generarán sobre nosotros con el paso del tiempo, será otro “síntoma” que nos hará saber cómo llega un momento donde los demás no dejarán de pedir.

El sentimiento de culpabilidad que pueden sufrir estas personas cuando no cumplen los cánones o deseos de los otros serán visible y les afectará como si de un fallo imperdonable se tratase

Con el paso del tiempo, estas personas son conscientes de que han antepuesto a lo largo de sus vidas las necesidades de los demás a las suyas propias, y esto generará una cierta frustración que frecuentemente no les llevará muy lejos, pues son pocas las que deciden cambiar. Ese cambio en muchos casos no se produce, no por falta de ganas, sino por falta de recursos. Generalmente son personas que no saben cómo actuar de otra manera pues desde muy pequeños su comportamiento habitual ha sido anteponer su persona frente a los demás. Así mismo, este tipo de comportamientos se ve muy reforzado por todos los de su alrededor, pues su amabilidad, disponibilidad, buen quehacer y motivación, siempre agrada y es admirado.

Son descritos por sus compañeros, amigos o familiares como buenas personas, siempre disponibles, amables, capaces de realizar cualquier cosa y con facilidades de adaptación a cualquier plan.

Entendemos que se hace difícil salir de un círculo donde los demás muestran su agrado y aportan buenas palabras por tus actos pero, ¿te has parado a pensar el precio que debes pagar?

¿Cómo cambiar este comportamiento?

En primer lugar, y quizás el punto más complicado, es respetarnos.

necesidad de aprobaciónRespetarnos significa querernos a nosotros mismos por encima de los demás, ser auténticos, realizar o decir aquello que consideremos correcto aunque ello no cuente con la aprobación de todos. Saber cuáles son los objetivos o deseos que perseguimos así como conocer en lo que no estamos dispuestos a ceder, es el punto de partida para recuperar nuestro yo.

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Debemos ayudar a los otros, si así «nos nace», en todo lo que esté en nuestras manos, pero sin que esto se convierta en algo obsesivo o en el proyecto de nuestra vida. Si en alguna ocasión visualizamos que la ayuda que nos demandan puede ir en contra de nuestras ideas, puede generarnos sufrimiento o serias dificultades, debemos ser capaces de decir que no, sin temer el desacuerdo que esto pueda generar en los demás.

Es necesario aceptar el malestar que en ocasiones supone el decir no a alguien, pues cada vez que lo hagamos será porque estamos defendiendo nuestros derechos frente a los de los demás, y este es el punto de partida para nuestra felicidad. De esta manera y aunque sea costoso, irás poco a poco dándote cuenta de que no necesitas la aprobación de los otros, pues frecuentemente lo que te aportará felicidad no será la del otro sino la de conseguir aquello que tu deseas.

Utiliza la empatía para explicar el por qué de tus limitaciones como persona a la hora de no poderles ayudar. Si lo consideras oportuno dale tus razonamientos, y si no lo entienden, acepta que se tengan puntos de vista diferentes pero respeta tu criterio y tus argumentos como línea de actuación.

Con todo ello no queremos decir que no esté bien ayudar a los demás e incluso realizar esfuerzos por ellos. Es positivo y está bien, y es evidente que aporta parte a nuestra felicidad pero no debe ser la base de ésta, ni la totalidad.

«Trata de ser feliz. Si tú eres feliz, yo lo seré también»


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