TRASTORNO DE LA ERECCIÓN

Terapia sexual – ¿qué es el trastorno de la erección?

La incapacidad sufrida por algunos hombres de forma persistente y recurrente, en el que se ven incapaces de obtener y mantener la erección hasta el final de la actividad sexual, forma parte de lo que se define como trastorno de la excitación.

Este hecho provoca un malestar importante y una gran cantidad de dificultades en las relaciones sexuales. Este problema de erección no tiene porque ir asociado al consumo de drogas o alcohol, así como tampoco se debe diagnosticar con este trastorno a la persona que sufre de forma excepcional algún problema a la hora de conseguir o mantener la erección. Este problema incapacitará al hombre para poder realizar una erección que le permita llevar a cabo el coito.

Por norma general, este trastorno suele aumentar con la edad debido a causas orgánicas que puedan afectar a la respuesta sexual del hombre. Además, también es importante poder diferenciar dentro de este trastorno, el que se deba a factores psicológicos, que haya sucedido durante toda la vida o que se deba más bien una situación en concreto.

Como en otros trastornos sexuales, el mayor porcentaje se debe a causas psicológicas, especialmente aquellos casos en que su manifestación no se produce desde siempre sino en determinadas ocasiones o, al menos, no ha surgido desde edades tempranas.

En cambio, y de manera más excepcional, existen casos que pueden justificarse por causas orgánicas debido a problemas vasculares, hormonales o de tipo neurológico. También aquí se recomienda siempre eliminar cualquier causa médica que justifique el trastorno antes de empezar una terapia psicológica (terapia sexual) que ayude a mejorar el problema.

Terapia sexual – ¿por qué ocurre el trastorno de la erección?

Desde la terapia cognitivo conductual se intenta abarcar una gran amplitud de aspectos que justifican el por qué de las dificultades de erección.

A continuación exponemos algunas de las áreas más importantes que la terapia abarca y trabaja para la resolución del conflicto:

– Muchos pacientes sienten ansiedad ante el acto sexual, hecho que les condiciona para ser capaces de mantener y crear una situación de disfrute que les permita hacer de este momento algo agradable. Una educación sexual estricta, represiva o rígida puede ser algunos de los factores que afecten en la creación de esa ansiedad.

– Pensamientos del tipo: “Tengo que conseguir una buena erección, tengo que crear buena impresión y aguantar lo más que pueda, si pierdo la erección me juzgará negativamente,…”, no hacen más que generar una gran tensión y una pérdida de atención hacia el acto sexual.

– Problemas en la relación de pareja, bajo deseo hacia el otro o falta de atracción.

– Otros tipos de pensamientos negativos pueden surgir debido a un estado depresivo, determinados estilos de personalidad o debido a una insatisfacción corporal.

– Los hombres exigentes, obsesivos o perfeccionistas, con ideas claras sobre cómo debe ser un acto sexual bueno, pueden prestar más atención a la pareja sexual que a sí mismos, mostrando una preocupación exagerada hacia el otro y su excitación y no en la suya propia. Ello les llevará a adquirir un “rol de espectador” en la cual focalizarán toda su atención hacia la otra persona, auto observándose y evaluando la eficacia de sus actos, interfiriendo esta actitud en el mantenimiento de la erección.

– Un fallo puntual de la erección puede hacer que los pensamientos  generados en próximos encuentros giren en torno al miedo a que se vuelva a producir ese fallo en la erección, lo que limita sustancialmente la naturalidad del encuentro sexual. De esta manera se podría activar una ansiedad anticipatoria por el miedo al fracaso.

A modo de conclusión debemos manifestar que desde la terapia cognitivo conductual se da mucha importancia al estilo cognitivo del paciente, es decir, a sus pensamientos, creencias, expectativas e ideas sobre la sexualidad y sobre su ejecución en los actos sexuales. Todo ello puede venir explicado en muchos casos por una educación sexual restrictiva, cargada de culpas e incluso fracasos o experiencias anteriores negativas o donde se haya podido sentir juzgado.