Se trata de un fenómeno muy frecuente en las consultas de los profesionales de la salud mental. Aunque generalmente no es la problemática por la que se acude, suele subyacer durante la terapia.
Se relaciona con las emociones, la calidad y la capacidad de establecer vínculos significativos con los otros. Se manifiesta en múltiples ámbitos: lo afectivo, lo laboral, lo sexual, lo social, etc.
¿En qué consiste esta dependencia emocional?
– En que la persona es controlada por la necesidad que tiene de otra (pareja, amigos, familiares, etc.).
– Intenso miedo por la posible pérdida de la persona que necesita, y como consecuencia de esto, el quedarse sola.
La dependencia emocional “encarcela” a la persona, ya que ésta vive continuamente pendiente del otro/a, perdiendo así la libertad de su persona a favor de tener a toda costa al otro/a a su lado.
El “objetivo” del dependiente, ante todo, es no perder o separarse de esa persona. Para conseguirlo, sus comportamientos están marcados por determinadas características comunes:
– Dificultad a la hora de expresar desacuerdo, prefiere evitarlo y así no generar conflicto.
– Miedo a la soledad. Continuamente buscan satisfacer al otro, realizando así muchos esfuerzos, y siendo especialmente generoso, atento, etc.
– Gran necesidad de vivir en pareja.
– Comportamientos sumisos, prefieren complacer a los otros antes que a ellos.
– Miedo al abandono o a la separación.
– Baja autoestima.
Esta dependencia se convierte en muy dañina, y tiene altos costes para la persona. Por todo ello, en psicoadapta.es recomendamos apoyo profesional que ayude a la persona a conocer las razones y las características que le llevan a establecer y necesitar este tipo de relaciones.
Con un tratamiento adecuado, el sujeto puede conseguir una mayor estima y generar relaciones más positivas para si mismas y su entorno.