De la presión al bloqueo hay un pequeño paso
Son muchas y de diversa índole las decisiones que las personas tenemos que tomar a lo largo de un día, una semana, un mes o en toda una vida. En ocasiones esas decisiones tienen especial importancia porque redundarán en algún aspecto importante de nuestras vidas. Pero la cuestión que nos planteamos ahora es: ¿es cierto que si existe un cierto nivel de tensión, las personas somos más eficaces, o por el contrario funcionamos peor?
Parece ser que es positivo que exista un cierto nivel de tensión para que nos movilicemos y consigamos nuestros objetivos. La presión o tensión por parte de jefes, clientes, amigos o familiares frecuentemente nos hace ser conscientes de que debemos implicarnos más para la consecución de nuestros objetivos.
Pero no siempre la presión ejercida por parte de los otros e incluso la ejercida hacia nuestra persona por nosotros mismos darán frutos, pues de la presión o la tensión al bloqueo hay un pequeño paso. Muchos pueden llegar a sufrir miedo si perciben que los objetivos pretendidos serán inalcanzables, y ese miedo generará múltiples bloqueos que pueden terminar paralizando a la persona. Así mismo, la ansiedad y el estado de malestar producto de lo anteriormente expuesto, no estimulará sino que producirá el efecto contrario en el sujeto.
La presión como método de motivación
Por todo ello nos planteamos lo siguiente: ¿Por qué se sigue haciendo uso por parte de muchos jefes, padres, amigos, familiares, etc. de la presión como método de motivación para que las personas consigan los objetivos pautados?
Vivimos en una sociedad donde alcanzar objetivos, obtener logros, no defraudar ni ser defraudado, genera niveles altos de tensión, miedo y exigencia en las personas. Muchos jefes creen que poniendo al límite a sus trabajadores, exigiéndoles incluso por encima de sus capacidades reales, generándoles miedo por la posibilidad de pérdida de trabajo o cierre de la empresa, etc., conseguirán que trabajen mejor. Esto no solo produce miedo sino que además se produce un gran desgaste físico y psicológico. Como consecuencia de todo lo dicho, la persona no es capaz de alcanzar su máximo nivel de creatividad y por supuesto no puede dar lo mejor de sí misma, sintiendo un estado de gran indecisión.
En muchas ocasiones los jefes o personas cercanas a él generan este tipo de presiones como consecuencia del desconocimiento que poseen para llevar a cabo la gestión emocional de una situación negativa. Queremos decir que, si un alto directivo tiene miedo porque la situación económica no va bien y la empresa está dando pérdidas, es bastante probable que traslade su temor a los trabajadores, presionándoles para que cumplan determinados objetivos. De lo que probablemente no es consciente es que esa presión y ese miedo trasladado a los otros, más que una motivación es caldo de cultivo de angustias y miedos.
Nuestros pensamientos con respecto a las situaciones, generarán unas emociones positivas o negativas, que nos movilizará o no para conseguir aquello que deseamos. Las decisiones que tomamos son producto de un diálogo interno. Si lo que generamos es miedo, indudablemente comenzaremos a dudar sobre nuestras propias capacidades a la vez que perderemos la confianza en nosotros mismos o en el manejo de los recursos que disponemos.
el miedo nos incapacita
Es frecuente, cuando las personas sentimos miedo, empezar a dudar de todo aquello que pensamos o realizamos. Gastamos gran cantidad de tiempo en intentar asegurarnos de que lo elegido es lo correcto o lo más eficaz, invirtiendo un tiempo innecesario que en condiciones normales no gastaríamos pues estaríamos más seguros y confiados. Nuestros pensamientos comienzan a entorpecernos, y las decisiones sencillas se convierten en complicadas, pues ya no confiamos en nuestras habilidades.
Como conclusión de todo lo anterior, podemos decir que el miedo nos incapacita para realizar actos o alcanzar aquello que deseamos, pues somos incapaces de decidir. En otros casos, puede llevarnos a tener errores que en un estado de mayor tranquilidad no cometeríamos y/o incluso permanecer en un estado de incertidumbre total que no nos impide tomar ni una decisión ni otra.
Por todo lo anteriormente expuesto, debemos ser conscientes que ciertos niveles de activación ayudan a la movilización, pero si esta activación se incrementa hasta el límite de generarnos un sentimiento de temor o miedo, las repercusiones serán negativas. Por ello, es importante tener metas realistas, no dejarnos llevar por lo caótica que pueda ser una situación y mantener la calma y la atención en aquello que debemos conseguir y no en los aspectos amenazantes de la situación.