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QUÉ ES EL CONTINUUM

Qué es el continuum

El continuo, o continuum, es un concepto utilizado en casi todas (si no en todas) las ramas del saber, que explica cómo varía un determinado ser vivo, objeto o proceso científico, social o psicológico a través de una transición progresiva en un espacio de tiempo determinado.

Los modelos continuos y categóricos en psicología

En psicología existen modelos categóricos (distinguen y definen trastornos mentales específicos –como ha funcionado el DSM al menos hasta su quinta edición- donde sólo hay dos valores posibles: o está presente o está ausente cierta enfermedad), y modelos continuos o dimensionales (los seres humanos nos movemos por diferentes dimensiones específicas- de ansiedad, autoestima, rasgos de personalidad…- entre dos límites o bordes, permitiendo cuantificar la severidad de un síntoma).

El continuum se puede representar como una línea con dos extremos para ilustrar un tema particular, por ejemplo la conducta humana que va de la normalidad a la anormalidad: estar melancólico o sentir tristeza es normal; estar triste todos los días durante varios meses seguidos es anormal y puede ser necesario un tratamiento psicológico.

O el concepto de enfermedad psicológica que está en algún punto del continuo entre salud y enfermedad, donde el criterio para hablar de ella comienza cuando la intensidad de la experiencia perturba la vida emocional, familiar, profesional y social de la persona durante un período de tiempo más o menos prolongado, cuando dificulta su capacidad para funcionar normalmente. Existen innumerables continuos en los diferentes ámbitos del conocimiento humano.

Los diversos continuum en la ciencia

En física hay continuos tan comunes como la temperatura (un termómetro es un continuum que va de frío a calor según diferentes escalas, como la escala Kelvin, la Celsius o la Fahrenheit), las longitudes de onda (que van de varios kilómetros a menos de un nanómetro para definir las distintas radiaciones electromagnéticas como los rayos x, la luz visible o las ondas de radio), la masa, la velocidad,… o el espacio-tiempo según la teoría de la relatividad de Einstein, donde el espacio y el tiempo están insertados en un mismo continuo, no pudiendo explicarse como realidades separadas.

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La astronomía utiliza los múltiples continuos de la física para medir las dimensiones del universo y descubrir su realidad mediante explicaciones de causa-efecto. En matemáticas está la ‘teoría de los continuos’, donde un continuo se define como un espacio métrico, compacto y conexo (un círculo, un triángulo, un cubo…). En química también se encuentran fácilmente continuos como el pH (que mide la acidez o la alcalinidad de una disolución en una escala de 0 a 14), la tabla periódica de los elementos químicos o los cambios que experimenta la materia durante las reacciones químicas.

En biología el continuum se hace evidente desde Darwin mediante su teoría de la evolución de las múltiples especies y la adaptación a sus respectivos entornos durante millones de años; los seres vivos somos un continuo de transformación.Continuum

En sociología se puede estudiar cualquier tipo de sociedad desde un punto inicial (por ejemplo desde la Edad Media), hasta un punto final (por ejemplo hasta el presente) y explicar lo que los une, que básicamente es la continuidad de transformaciones a través de un continuo temporal donde su realidad presente brota de su pasado.

El continuum desde la neurociencia cognitiva

Desde la psicología se trabaja con abundantes continuum para explicar la conducta humana y sus procesos mentales, y tiene como principal apoyo a la neurociencia, que estudia el sistema nervioso (el cerebro, la médula espinal y todos los nervios periféricos), siendo el sistema nervioso autónomo (formado por el sistema simpático y el sistema parasimpático) el que más interesa a la psicología. De esta alianza nace, entre otras, una subdisciplina denominada neurociencia cognitiva, que aborda el cerebro como el órgano físico que sustenta la vida consciente y nuestros pensamientos, e intenta entender y explicar los procesos mentales implicados en el comportamiento humano.

La psicología también se apoya en la biología, que explica la evolución de todos los seres vivos como un proceso lento y continuado de adaptación al ecosistema o ambiente en que hemos crecido mediante la selección natural, eligiendo las características más aptas para nuestra supervivencia heredadas de nuestros ancestros (es decir, las propiedades que permitieron a nuestros antepasados sobrevivir y reproducirse).

El continuum innato-adquirido

Un continuo clásico de la psicología (y de otras ciencias: biología, antropología, etología…) es el innatismo-ambientalismo con respecto a la conducta humana. Se ha llegado a la conclusión de que el ser humano se ha desarrollado en un continuum que va desde ciertas conductas que dependen sobre todo (aunque no totalmente) de la herencia genética, hasta otras conductas que dependen esencialmente (pero no absolutamente) de la experiencia en su entorno social.

Cuando una mujer se queda embarazada, el embrión está expuesto al entorno químico, físico y sensorial dentro del útero, por lo que no se puede diferenciar la influencia que tienen los genes de la del entorno en el desarrollo del feto. Si una embarazada se traumatiza o agobia por un determinado suceso durante el embarazo, su cuerpo segregará pequeñas moléculas del estrés (adrenalina y cortisol, p. ej.) que pasarán fácilmente el filtro de la placenta, con lo que sus pensamientos estarán ayudando a crear el temperamento de su bebé.

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Se suele dividir la personalidad en una mitad de herencia genética (el temperamento) y otra mitad de comportamiento aprendido (el carácter).

continuum-nudoParece que hay consenso en que lo innato (la herencia genética, nuestro ADN) y lo adquirido en el entorno (aprendizaje) está entrelazado en el ser humano. Somos el resultado, más o menos al 50%, de factores biológicos y ambientales interactuando entre sí de forma compleja. No se puede entender una conducta que dependa sólo de lo genético o sólo de lo aprendido, porque no existen genes aislados del ecosistema (sin entorno) ni conductas que no tengan orígenes, aunque sean remotos, en nuestra herencia genética.

El genotipo (la combinación genética entre el espermatozoide del padre y el óvulo de la madre) se expresa, a través de un proceso complejo, en el fenotipo (la manifestación observable de los códigos genéticos, biológicos y psicológicos). Una persona puede tener un genotipo físicamente fuerte (nace con una constitución naturalmente fuerte), pero si no hace ejercicio o sufre desnutrición no se manifestará en el fenotipo esa fortaleza a la que tendía. La interacción entre genotipo y ambiente es fundamental para determinar el fenotipo y la conducta posterior.

El continuum de los rasgos de personalidad

Sobre las diferentes hipótesis del concepto de personalidad (características de un individuo que lo diferencian de los demás), la que más destaca es la teoría de los cinco grandes rasgos de la personalidad.

Desde esta teoría las personas nos diferenciamos según el grado que tenemos de ciertos rasgos de personalidad, que están insertados en un continuo que va desde la afirmación absoluta en un extremo hasta la negación plena en el opuesto.

Los cinco rasgos esenciales, que pueden ser deducidos de nuestro comportamiento (si nos mostramos más o menos ansiosos, agresivos, sociables, dependientes…), parecen ser universales entre las diferentes culturas, y son:

  • Extroversión-Introversión: va de lo sociable, comunicativo y afectuoso en un extremo, a lo huidizo, apocado y silencioso en el opuesto.
  • Afabilidad-Desconfianza: va de la confianza, compasión y colaboración en un extremo, al recelo, la incomodidad y la molestia en el opuesto.
  • Responsabilidad-Irresponsabilidad: va de la autodisciplina, el compromiso y la prudencia en un extremo, a la negligencia, la desorganización y la desidia en el opuesto.
  • Estabilidad emocional-Inestabilidad o neuroticismo: va de la serenidad, la paciencia y la entereza en un extremo, a la ansiedad, la irritación y el pesimismo en el opuesto.
  • Apertura a la experiencia-Indiferencia: va de la imaginación, evaluación de novedades e investigación en un extremo, a la simpleza, rutina y apatía en el opuesto.

Si una persona sale introvertida, desconfiada, irresponsable, neurótica y apática, tenderá a ser alguien infeliz al que el destino (la suma a medias entre la herencia genética y el aprendizaje adquirido) le ha repartido una mano de cartas adversa con la que jugar su partida vital.

Continuum, los rasgos de la personalidad

Todos tenemos, desde las teorías de los rasgos, ciertas diferencias con los demás (tendemos a ir hacia un extremo en ciertos rasgos de personalidad y no en otros) dentro de las distintas dimensiones específicas de la personalidad, que se encuentran implantadas en un continuum y que explican los diversos comportamientos del ser humano.

El conjunto de rasgos de la personalidad van construyendo nuestra identidad, aunque el Yo no lo genera un solo autoconcepto (lo que pensamos sobre nuestra valía), sino que elaboramos diferentes yoes para las distintas situaciones sociales, lo que se conoce como guiones. Nuestra autopercepción está inmersa en un continuo que va desde nuestra identidad íntima e individual (el self) hasta nuestra identidad grupal o social. Nuestra identidad es el continuo de nuestra conciencia recordada, la continuidad de las experiencias que nos llevan de una fase del crecimiento a la siguiente.

El continuum de la ansiedad

Respecto al concepto de ansiedad, se suelen distinguir varios niveles: desde el normal o sano (cierta inquietud o precaución que preserva la vida y dirige la acción), hasta la ansiedad malsana o pánico (que hace lo contrario).

La ansiedad sana se basa en miedos objetivos y realistas que guardan proporción con la situación, está bajo control y nos motiva a movilizar nuestros recursos para responder de la forma más adecuada a las diferentes situaciones que surgen en nuestra experiencia social. La ansiedad malsana o neurótica es exagerada, irrealista y obstaculiza el funcionamiento normal de la persona, la desmotiva, reduce su rendimiento y perdura más allá del motivo que la provocó.

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Los psicólogos Robert M. Yerques y John D. Dodson publicaron en 1908 un estudio clásico sobre la compleja relación que tiene la presión (nivel de activación del estrés o ansiedad) sobre una persona, la dificultad de la tarea a realizar y su rendimiento: éste será óptimo si el nivel de alerta fisiológico y cognitivo es moderadamente elevado para realizar tareas sugerentes o desafiantes. En cambio trabajar con un nivel bajo de ansiedad puede provocar aburrimiento y reducir la productividad. Y si la ansiedad es demasiado alta provoca malestar psicológico general, reduciendo la concentración y el rendimiento.

Ley de Yerques-Dodson

continuum-escala-ansiedad

Dentro de las terapias cognitivas, las más utilizadas son la terapia cognitiva (TC) de Aaron T. Beck, centrada en las distorsiones cognitivas y en los pensamientos automáticos, y la terapia racional emotivo-conductual (TREC) de Albert Ellis, centrada en las creencias irracionales. El continuum más evidente de las distorsiones cognitivas de Beck es el pensamiento dicotómico: todo o nada, interpretar las cosas en términos absolutos como blanco o negro, falso o verdadero, feliz o infeliz, sin darse cuenta de que estos conceptos son los dos extremos de un continuo.

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La mayor parte del tiempo no estamos felices o tristes, sino en un estado neutro (a mitad de la línea). Las cosas casi nunca son completamente verdaderas o radicalmente falsas, depende del contexto, del momento histórico,… Tampoco existen personas absolutamente buenas o enteramente malas.

En cuanto a las ideas irracionales de Ellis, todos caemos de vez en cuando en creencias irracionales, pero lo importante es el grado en el que distorsionamos la realidad y en qué temas lo hacemos más o menos. Hay personas que creen en algunas de estas ideas distorsionadas con un grado de convicción cercano al 100%.

Solemos tener ideas irracionales en los temas con los que tenemos más dificultades: si alguien tiene necesidad de aprobación social cometerá muchas más distorsiones en el tema social que otra persona que dé menos importancia a esto, y serán más exageradas estas distorsiones cuanta mayor sensibilidad o dificultad hacia estos temas tenga.

La búsqueda del equilibrio existencial

En el transcurso de la vida todos tendemos a buscar el equilibrio a partir de nuestra experiencia. Si yo tengo tendencia a ser algo exigente con los demás, a decir cómo se tienen que hacer las cosas, con el tiempo y la reflexión me daré cuenta de que esa conducta me crea problemas de convivencia, e intentaré rectificar dirigiéndome hacia el otro extremo (hacia el respeto máximo a la opinión ajena).

Poco a poco, trabajando a lo largo del tiempo, iré buscando ese punto medio que nadie sabe dónde está. Aprenderé mediante constantes y largas autoconfrontaciones intelectuales, generalmente pequeñas luchas sin importancia que me permiten crecer e ir descubriendo el punto medio.

Es decir, dentro de unos años, si le digo a alguien cómo se tiene que hacer cierta cosa, me plantearé: se lo tenía que haber dicho o no, por qué le tengo que decir a alguien lo que tiene que hacer… y por qué no tengo que decírselo. Y tendré que solucionarlo en ese momento.

Si busco con constancia ese punto medio voy a oscilar entre pasarme y no llegar. En teoría el centro representa la perfección, y puede ser que llegue al centro un minuto, o todo un día especialmente brillante, pero como la vida es larga y nuestra naturaleza imperfecta, haré incursiones en los extremos de manera intermitente. Lo importante es aceptar mi imperfección y darme cuenta a tiempo de que me estoy desviando de mis objetivos personales de autorrealización, para después poder rectificar mi conducta y dirigirla hacia un proceso de búsqueda de mi centro personal.

continuum-equilibrio

El término medio entre dos extremos indeseados no es matemático, sino que depende de nuestras características y aspiraciones personales, y además varía respecto a la situación (al contexto en que se plantea un continuum concreto). La experiencia y la intuición son las que modulan esas variaciones, y mediante la práctica repetida vamos convirtiendo nuestras elecciones trabajadas en hábitos, que poco a poco van constituyendo nuestra forma de actuar.

La satisfacción que nos proporciona la búsqueda constante de la centralidad radica en ser conscientes de dar lo mejor de nosotros mismos, y sentir que nuestro entusiasmo equilibrado contagia a nuestro entorno más cercano recibiendo aprecio, confianza y apoyo.

Autor: Iñaki Kabato (colaborador de nuestro Blog)


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