La persuasión coercitiva se refiere a la práctica de ciertas personas o grupos de intentar influir en los comportamientos de otros individuos para alcanzar un objetivo predeterminado, utilizando la persuasión (mediante métodos de engaño o control) junto con el uso de algún tipo de coacción o violencia (física o psíquica) como recurso para conseguir el propósito buscado.
La fuerza física es el recurso de coerción más accesible, aunque no siempre el más efectivo. Las coerciones psíquicas y sociales son más sutiles y profundas, cuyas herramientas pueden ser las amenazas, humillaciones públicas, imposiciones morales, control del ambiente de la persona con presiones colectivas por parte de su entorno social, etc.
Hay diferentes términos (tanto académicos como populares) relacionados con la persuasión coercitiva: control mental, reeducación, adoctrinamiento, lavado de cerebro…, cuyo fundamento común es que la mente humana puede ser modificada mediante diversas técnicas psicológicas de persuasión (sean coercitivas o no); por ejemplo mediante recompensas y castigos de forma selectiva.
La expresión lavado de cerebro solo es una manera metafórica de referirse al término más técnico de ‘persuasión coercitiva’, pero esa expresión coloquial suele ser poco realista si se interpreta como una forma de control mágico donde se domina y teledirige a otra persona (aunque a veces hay transformaciones súbitas y radicales en los valores de la persona afectada); sin embargo se sigue utilizando la fórmula ‘lavado de cerebro’ por su fuerza e inmediatez en transmitir la idea que contiene y por su aceptación popular.
LA PERSUASIÓN POSITIVA Y LA COERCITIVA
Desde la infancia crecemos influenciados por la sociedad sobre creencias y comportamientos; los padres, educadores, amistades… van formando el mundo interior de los infantes y, a su vez, los hijos influyen en sus padres, profesores, etc.; esta influencia natural de relaciones personales son la base del crecimiento personal.
La persuasión es un proceso (un continuum que va desde un extremo beneficioso a otro nocivo) cuyo objetivo es cambiar la forma de actuar o pensar de alguien sobre alguna idea, persona o suceso mediante la transmisión de razonamientos o sentimientos; cuando se utiliza más el respeto y el diálogo que la coacción, la persuasión es más beneficiosa para el individuo y para la sociedad.
La educación, por ejemplo, se basa en instruir al alumno mediante información veraz de los diferentes campos del conocimiento para después estimular su capacidad de análisis y razonamiento. No es un proceso basado en el engaño, sino en el respeto a las características particulares de cada estudiante; y además está limitado en el tiempo, durante el que se le anima a encontrar sus preferencias futuras.
La propaganda es otro ejemplo relacionado con la persuasión pero que no puede considerarse como coercitiva; sus mensajes, de alto nivel sugestivo resumidos en pequeñas frases fáciles de memorizar, están dirigidos a influir en la opinión pública de una forma más emocional que racional, pero no tiene la misma finalidad ni provoca las mismas consecuencias nocivas que las coercitivas (que se dirigen a individuos específicos).
Es conveniente tener en cuenta las diferencias entre lo que es coercitivo y lo que no para evitar caer en un relativismo que impida distinguir las características de lo que es un funcionamiento sectario (que busca anular al adepto) de lo que son mensajes publicitarios que solo buscan influir en ciertas decisiones colectivas sobre qué comprar, a qué partido político votar, a qué ONG donar, etc.
LA SECTAS UTILIZAN LA PERSUASIÓN COERCITIVA
Como apunta el psicólogo Miguel Perlado (experto en sectas) en su libro “¡Captados!”: «El proceso sectario se da dentro de una relación de poder desigual, tiende a la desestabilización progresiva de la persona y promueve prácticas que estimulan una mayor adhesión ciega, con el fin de mantener a las personas enganchadas al grupo en un bucle que no tiene fin.»
Perlado diferencia el término ‘secta’ (una estructura de poder con un funcionamiento concreto) de la idea de control coercitivo: una clase de relación entre dos o más personas basada en la dominación, donde una parte busca apoderarse de la mente de la otra parte; el resultado es una transformación de la identidad de la persona dominada que provoca una dependencia o devoción ciega hacia su dominador/a.
La adhesión a una secta se basa en la emoción, no en la razón. La eficacia de una propaganda sectaria (sin importar que sus doctrinas sean verdaderas o falsas) depende de los métodos empleados y el momento adecuado de vulnerabilidad de la víctima: prácticamente cualquier persona (con independencia de su capacidad intelectual) puede ser adoctrinada porque las convicciones son de naturaleza emocional.
La unión a una secta es un proceso que, de forma simplificada según Perlado, está constituido por tres tiempos:
Seducción: las sectas tienen personas especializadas en localizar a individuos en posible situación de vulnerabilidad y ofrecerles ciertas actividades (acudir a conferencias, cursos para quitar adicciones, seminarios de fin de semana…). Cuando la persona consiente, se despliega un proceso programado de atención y halago hacia el futuro adepto mediante la preparación de un ambiente acogedor, un lugar donde pueda sentirse especial y apreciado por el grupo.
Desestabilización: una vez dentro se inicia una serie de procedimientos para desestabilizar psicológicamente al principiante, con actividades que alteren su conciencia para poder crear estados profundos de sugestionabilidad, algo que le haga dudar de sus propios valores y creencias sobre el mundo; por ejemplo mediante comunicaciones paradójicas (“debes acatar las directrices del grupo para llegar a ser libre”, “debes sentirte uno con la comunidad para que brote un nuevo yo”…) y la incitación a desprenderse de los apegos previos (familia, amigos) que limitan la transformación y el crecimiento personal: es necesario romper con el pasado, proclama el gurú.
Reconstrucción: para afirmar la nueva identidad del iniciado, por cada momento de desestabilización emocional se proporciona un nuevo modelo de identificación: la ruptura con las amistades pasadas se compensa con los afectos del nuevo grupo, o ante el sentimiento de culpa le sigue el sentimiento de perdón y aceptación del colectivo; también las dudas sobre la vida se asocian a respuestas simples.
ESTRATEGIAS PARA RESISTIR LA PERSUASIÓN COERCITIVA
– Pertenecer a una red social: la captación se hace más fácilmente sobre personas aisladas, por lo que tener un soporte social, familiar y de amistades dificulta mucho el abuso por parte de grupos autoritarios. El fortalecimiento de valores personales y creencias que da el contacto social proporciona una defensa psicológica contra las influencias extrañas.
– Fortalecimiento de la autoestima: desarrollar la valoración de uno mismo generando diálogos internos positivos, así como aprender a no permanecer pasivo ante las críticas negativas de otros, aumenta el aguante a cualquier tipo de persuasión; esto facilita la decisión de alejarse de personas y situaciones tóxicas.
– Entrenar el pensamiento crítico: aprender a pensar de forma independiente (saber hacer una crítica razonada sobre las supuestas verdades de otros) es lo que fortalece la autonomía mental que permite independizarse de las persuasiones externas; se puede conseguir, p. ej., mediante la lectura (o escucha) de visiones enfrentadas sobre cualquier tema particular, para después reflexionar sobre cuáles son los mejores argumentos (y contraargumentos) que más pesan.
– Saber identificar las tácticas de persuasión coercitiva: cuando alguien aprende los procedimientos de persuasión más utilizados, así como reconocer las circunstancias en las que una persona es más vulnerable, tendrá más facilidad para detectar rápidamente los sistemas coercitivos y rechazar comprometerse con el grupo que intenta captarlo.
RESUMIENDO
El compromiso con nuestra vecindad, el refuerzo de nuestras relaciones familiares y sociales, fortalece nuestra autoestima y nos hace más inmunes a la persuasión coercitiva.
También el entrenamiento para aumentar nuestra habilidad crítica ante intentos de comunicación persuasiva, reconociéndola y sabiendo refutar sus argumentos, es clave para adquirir un espíritu independiente con la suficiente resistencia a las variadas técnicas de manipulación persuasiva y control coercitivo.
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Autor: Iñaki Kabato (colaborador de nuestro Blog)