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VIOLENCIA EN LA PAREJA Y VIOLENCIA DE GÉNERO

  • Parejas
violencia en la pareja, violencia de género

Violencia de género

violencia en la pareja, violencia de géneroEntendemos por violencia aquella conducta que una persona lleva a cabo de forma intencionada con el fin de generar daño o perjuicio en otra.

En nuestra sociedad actual, una de las formas más comunes de violencia es la que se produce por una cuestión de género, la violencia de género. Es en ella en la que nos centraremos en este artículo.

Esta violencia hace referencia a la agresión que sufre una mujer por parte de un hombre a causa de la desigualdad social.

Formas más frecuentes de violencia

La violencia puede tomar diversas formas, siendo tres las más frecuentes:

  • Física: La víctima sufrirá malos tratos (golpes, patadas, etc.) que dejarán señales o marcas en su cuerpo causadas por el agresor o a través de algún objeto que utilice en el mismo momento.
  • Psicológica: No se trata de una conducta que implique fuerza física, sino de una serie de comportamientos mantenidos en el tiempo tales como: insultos, amenazas, palabras negativas como humillaciones o desprecios son los que caracterizan a este tipo de violencia. El sujeto que ejerce la violencia pretende que su víctima principalmente se sienta culpable y despreciada. Así mismo busca por todos los medios ejercer el control en todos los aspectos posibles de su vida (social, económico, etc.) de tal manera que se sienta indefensa e insegura ante la posibilidad de un cambio y con pocos recursos de apoyo.
  • Sexual: consiste en obligar a la mujer a practicar conductas sexuales que no desea, ya sea utilizando la fuerza física o la presión psicológica.

Creencias sociales erróneas sobre el papel de la mujer

La violencia de género ha sido normalizada y se ha venido permitiendo durante siglos en el marco de una sociedad patriarcal donde la mujer es considerada inferior al hombre y, en consecuencia, doblegada por éste. Estas creencias sociales erróneas sobre el papel de la mujer y del comportamiento en las relaciones de pareja tienen un papel fundamental en el mantenimiento de la violencia de género. La violencia contra las mujeres forma parte de nuestras costumbres, de nuestras tradiciones, de nuestras relaciones sociales y de pareja; en definitiva, de nuestra cultura. La violencia está presente en diversas áreas de la vida de las mujeres tales como el trabajo, las relaciones sexuales, la familia, el tiempo de ocio y las tradiciones culturales, poniendo en peligro la salud, el bienestar, los derechos y la dignidad de las mujeres.

No es discutible que se trata de un tema muy complejo y de difícil abordaje. Por un lado este tipo de relaciones desiguales, donde la mujer es dominada por el hombre y donde este ejerce su autoridad con violencia, termina en la gran mayoría de los casos generando en la mujer un sentimiento de indefensión, siendo esta anulada en prácticamente todas sus facultades.

  DEPENDENCIA EMOCIONAL

Ciclo de la violencia

Según la teoría de Leonor Walker (1979), el proceso de violencia tendría una forma cíclica que se desarrolla en tres fases:

  • Fase de tensión: se produce una escalada de forma paulatina y gradual donde poco a poco se la tensión se va manifestando en determinados actos que consiguen aumentar la fricción en la pareja. La mujer con la intención de calmar al hombre hostil, intenta complacerle o al menos no realizar actos o decir palabras que puedan aumentan el malestar de la pareja. A pesar de sus intentos y su creencia de pensar que ella puede evitar que se produzca la violencia, se pasa a la segunda fase.
  • Fase de agresión: se produce la violencia física, psíquica o sexual.
  • Fase de conciliación o «luna de miel»: el hombre tras su acto violento se arrepiente, se disculpa y realiza promesas de que va a cambiar, haciéndole ver la parte buena de su relación de pareja, generando así la esperanza e ilusión en la mujer de que todo será mejor.

Con el paso del tiempo, la segunda fase, la de agresión, tiende a repetirse con mayor frecuencia, alternándose como largos periodos de tensión que pocas veces acaban en la fase de conciliación.

¿Qué sienten las víctimas de violencia de género?

La gran mayoría de las mujeres víctimas de violencia de género reconocen haber sentido o padecido lo que a continuación describiremos:

  • Miedo, pánico, inseguridad e inferioridad cuando se han encontrado frente a su pareja.
  • Sentimientos de culpa, fracaso, pasividad y apatía
  • Sensación continua de malestar, ansiedad o depresión.
  • Cuestionamiento de su forma de ser, sus propios comportamientos, ideas o actitudes.
  • Ocultación a sus familiares o amigos de su situación por miedo a ser juzgada o a que tomen represarías contra él. De esta manera prefieren mantener el silencio para así protegerle.
  • No actúan de forma espontánea sino bajo los deseos y exigencias de la pareja con el fin de contentarle y no generar problemas que puedan desatar su hostilidad.
  • Han tendido siempre a agradarle, reconociendo estar siempre dispuestas e incluso esforzándose para averiguar lo que piensa y desea para anticiparte a ello. Además las conductas sumisas son un recurso usado para reducir las probabilidades de que se desate su ira.
  • Hacen cosas que van en contra de sus principios, e incluso que pueden llegar a ser repugnantes para ellas, por miedo a rechazarlas o negarlas y que ello pueda suponer un conflicto en la relación y se tomen represalias hacia tu persona.
  • Se sienten sin capacidad de tomar decisiones. Creen en muchos casos que merecen todo lo que les está ocurriendo, generando así sentimientos de poca valía, baja autoestima y de dependencia emocional.
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Las consecuencias del maltrato no se deben a las características personales, sino que son el resultado de la experiencia vivida.

¿Por qué la mujer agredida no abandona a su agresor?

Otra de las características del maltrato es que muchas mujeres permanecen con su pareja muchos años aunque hayan sido capaces de abandonarla durante un tiempo.

Entre las razones más frecuentes para seguir con el agresor se encuentran:

  • No son concientes de su condición de víctima
  • Tienen esperanza de que su pareja cambie
  • Vergüenza
  • No romper el vínculo familiar
  • Miedo
  • Atribuciones erróneas para explicar la conducta del agresor (alcohol, estrés, enfermedad mental, etc)
  • Carencia de red de apoyo, etc.

Intervención psicológica, social, jurídica

En definitiva, podemos decir que la exposición a la violencia deja importantes secuelas en sus víctimas y supone un riesgo para la salud mental y física. Por ello, esta problemática debe abordarse desde un equipo multidisciplinar y especializado en el cual sean cubiertas las necesidades de tipo psicológico, social y jurídico de las mujeres y de sus hijos/as. Esta intervención debe tener como principios básicos de actuación los siguientes:

  • No mediación entre víctima y agresor. Las terapias de pareja y terapias familiares están contraindicadas en estos casos, donde se han revelado comportamientos violentos.
  • Perspectiva de género, es decir, entender la violencia de género como un problema social y no individual, recordando que se trata de una de las manifestaciones más atroces de la desigualdad social entre hombres y mujeres.
  • Incluir medidas de protección y seguridad.

Concienciar a la víctima para que tome medidas

Finalmente, concluir diciendo que es necesario concienciar a la persona de que debe tomar medidas ante la situación que está viviendo, mostrándole una importante red de apoyo, enseñándole medidas de seguridad y acompañamiento en cada paso.

Además, en estos casos, la ayuda profesional permite que la víctima poco a poco vaya adquiriendo nuevos recursos que le permitan enfrentarse a la situación y aumentando de esta manera su motivación al cambio.

Con el paso del tiempo, será necesario el trabajo de otros aspectos psicológicos de importancia que se habrán visto dañados por la situación vivida. Ansiedad, depresión, ideas de suicidio, abuso de sustancias, así como estrés post-traumático, son solo algunas de las secuelas que se pueden desarrollar.

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