Durante las últimas semanas, la población de España y especialmente la de Madrid, están viviendo una situación de alarma social a raíz del descubrimiento del caso de contagio de ébola de la auxiliar de enfermería del hospital Carlos III.
¿Estamos exagerando o realmente estamos ante un peligro real? ¿Por qué se activa nuestro miedo ante una posibilidad de contagio?
Para responder a estas preguntas debemos saber que el miedo es una emoción innata en las personas y que tiene un papel destacado en nuestra supervivencia. Aunque en ocasiones puede llegar a bloquearnos y ser paralizante, en otros casos nos moviliza y nos hace conscientes de la existencia de algún peligro que debemos evitar o afrontar.
Sin conocimiento alguno sobre el ébola, con las primeras noticias que surgen acerca de los efectos devastadores de este virus proveniente de África, donde miles de personas estaban muriendo por no existir vacuna para combatirlo, la población española no percibe peligro alguno, y por tanto, no se activa ningún tipo de alarma pues nada nos hace pensar que peligra nuestra vida.
Las alarmas surgen ante el conocimiento de que el misionero Miguel Pajares y posteriormente Manuel García serán repatriados para ser tratados en España por ébola, y que será un hospital de Madrid el que les acoja para su tratamiento.
Es en este momento, y sin ser conscientes de lo que ocurre en nuestro cerebro, nuestro sistema límbico se encargará de evaluar e interpretar el peligro de esta noticia y terminará regulando las emociones, o bien de huida o de lucha. Su principal cometido es garantizar nuestra supervivencia, y para ello recabará toda la información necesaria de la situación amenazante para generar “un plan de acción”:
– Los Hospitales españoles no están preparados para este tipo de casos
– Trajes no adecuados para el personal sanitario
– De momento no existe vacuna
– Posibilidad de epidemia en caso de contagio
– Contagio enfermera española
– Posibilidad de otros contagios a través de ella
– Falta de información sobre la transmisión del virus
Todas estas informaciones y otras tantas hacen que el país entero se ponga en alerta, pues ya no parece ser algo lejano que no nos pueda afectar, sino que está ocurriendo aquí, en nuestro país, y parece ser un miedo real y una amenaza para cada uno de nosotros.
Los responsables piden que no se genere un miedo social irreal «pues la situación está controlada», pero según criterio de muchos esto no parece ser del todo cierto. No basta con decir que todo está controlado y a la vez demostrar algunas acciones caóticas a la hora de luchar contra el virus.
No hay mejor alimento para el miedo que la falta de información o que esta sea contradictoria o poco transparente. Muchos creen que con esta actuación ocultista, los responsables, a pesar de pedir calma y tranquilidad, lo que consiguen es activar un miedo social lógico y comprensible, difícil de manejar para sus miembros, por cuestiones tan sencillas como las anteriormente mencionadas.
Las personas por norma general somos intolerantes a la incertidumbre, necesitamos controlar lo que va a pasar y saber qué sucederá si tomamos una decisión u otra, más aún, si cabe, cuando se trata de nuestra integridad física. Los errores cometidos hacen que se active más nuestro sistema de alerta y aumenta la necesidad de poner los medios necesarios para afrontarlo.
¿Cómo podemos controlar nuestro miedo?
Sería bueno que los responsables conociesen aquellos parámetros que podrían ayudar a la población a disminuir su temor, y llevaran a cabo un plan de acción para disminuir el miedo en nuestra sociedad.
Actuar con congruencia y profesionalidad, no haciéndonos pensar que todo es una improvisación, sería un remedio para nuestros temores. Así mismo, una información clara y útil que resuelva las dudas de nuestra sociedad, permitiría a muchos vivir estos momentos de incertidumbre de forma serena y tranquila.
Cada uno puede intentar trabajar su miedo desde la evaluación propia respecto a «qué es a lo que realmente teme». Muchos presentan distintas preocupaciones, por ello es imprescindible descubrir cuál es nuestro temor real y buscar las soluciones o informaciones necesarias que permitan perderlo o atenuarlo. En primer lugar debemos saber realmente a qué tememos. En el caso del ébola son distintos los temores que se pueden experimentar. Es decir, ¿tienes miedo a un posible contagio?, ¿miedo a haber estado en contacto con personas contagiadas?, ¿a no saber si tienes algún síntoma? La respuestas a estas preguntas permitirán calmar tu miedo y disminuir tu estado de alerta, pues ya tienes una posible solución al mismo.
Finalmente decir que debemos diferenciar entre el pánico y el miedo que algunos sufren a la frustración o decepción que muchas personas demuestran ante unos responsables que, a juicio de muchos, parecen haber fallado a su país por falta de medidas adecuadas y por intervenciones improvisadas que según una opinión generalizada carecen de sentido.
Sea lo que sea, miedo, frustración o decepción, todos debemos tomar medidas que nos protejan de lo que en la actualidad puede llegar a suceder para conseguir nuestra tranquilidad, pues es la percepción de peligro la que desencadenará nuestro miedo o ansiedad.
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